El aumento de los aceites de CBD
“Charlottes Choice” desencadenó una tormenta en internet. El vídeo y la historia se hicieron virales. “La administración oral de CBD redujo los ataques epilépticos de una niña provocados por el síndrome de Dravet.” [6] [7] [8] La atención que le prestaron los medios de comunicación aumentó la demanda de aceite de CBD, [9] mientras que los poderes políticos fomentaron la accesibilidad. [10]
Aunque la información anecdótica disparó el interés en los tratamientos con cannabinoides, la falta de pruebas clínicas no apoyaba la seguridad ni la eficacia. Posteriormente, GW Pharmaceuticals publicó una investigación a fondo que apoyaba el uso de CBD en el tratamiento de la epilepsia resistente (es decir, el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut). Epidiolex™ recibió posteriormente la autorización de la FDA. [11]
Más allá, alejándose del uso para la epilepsia, el CBD ganó terreno para otras enfermedades. Con la gran promesa de su potencial terapéutico, unido a la falta de control normativo, ha surgido un gigantesco mercado mundial (sin control) de productos de CBD. [12]
Los productos no supervisados, o con un control escaso, son un problema tanto para los consumidores como para los pacientes. Es posible que el contenido de cannabinoides no se indique correctamente ni sea comprobado por un laboratorio certificado. Lo productos pueden no tener nada de CBD, mientras que otros pueden contener dosis elevadas de THC. [13] Entre estos productos sospechosos también pueden incluirse los disolventes de fabricación residual y contaminantes como microbios, pesticidas, metales pesados o micotoxinas. [14] Además de suponer una amenaza para los consumidores, la falta de homogeneidad de los productos dificulta la evaluación de los efectos terapéuticos. [15]
Se espera que la demanda de CBD aumente considerablemente si el CBD se aprueba para su uso en productos de bienestar (por ejemplo, lociones, bálsamos, gotas de vía oral) o si se incluye en productos de consumo (es decir, bebidas y otros alimentos). Esta tendencia podría verse impulsada en parte por el poderoso sector del alcohol debido al peso de compañías como Constellation Brands (una empresa de alcohol) y Canopy Growth Corporation (un productor canadiense de cannabis recreativo/medicinal). [16]
¿El aceite de CDB puede causar daño?
Parece haber un consenso general de la seguridad e inocuidad del CBD. Quizás ello se deba al hecho de que no es estupefaciente, junto a su éxito relativo en algunos casos concretos.
En la FDA se está debatiendo sobre este asunto en particular: “Hay muchas preguntas sin responder acerca de la base científica, la seguridad y la calidad de los productos con CBD”. [17] Por lo tanto, si se demuestra que CBD es una sustancia arriesgada, que provoca daños como la intoxicación del hígado, toda la industria que tanto ha invertido en él se verá sometida a un severo escrutinio. Muchas empresas podrían quebrar.
El CBD es un medicamento, por lo que siempre debe consultar a un médico
Si el CBD afecta al sistema endocannabinoide, también puede alterar dicho sistema. También hay muchas incógnitas sobre el CBD, especialmente sobre su uso a largo plazo y en dosis diarias elevadas. [18] [19]
Algunos efectos secundarios del CBD pueden incluir fatiga, diarrea, menor apetito y pérdida de peso. [20] [21] Además, CBD suele ser un tratamiento adicional (se toma con otros medicamentos) y es metabolizado por las enzimas del sistema del citocromo P450 del hígado (CYP450). Al tomarse con otros medicamentos metabolizados por el sistema CYP450, hay posibilidad de que se produzca interacción farmacológica. [22] Por último, se recomienda el ajuste de la dosis en pacientes con insuficiencia hepática moderada o grave, para reducir la sobrecarga del proceso metabólico. [23]
La frecuente “automedicación” constituye un riesgo más allá de que se trate de productos de baja calidad. Debe informarse a los consumidores y pacientes a que pregunten o informen a los profesionales sanitarios antes de utilizar CBD. Los profesionales sanitarios deben sugerir únicamente productos estandarizados, fiables y seguros, preferiblemente con calidad farmacéutica. Esto implica, normalmente, su adquisición en farmacias.
Un aceite de CBD de confianza, o cualquier producto que contenga CBD, debe tener un certificado de análisis (CoA) que confirme el contenido de CBD que se indica en la etiqueta (miligramos por mililitro [mg/mL], y que esté libre de contaminantes. El CoA es emitido por un laboratorio independiente contratado. Pídalo. [24] Un producto de calidad posiblemente también tendrá reseñas en internet, que pueden compararse con el Coa.
La calidad es la cuestión clave del mercado del aceite de CBD
Los productos de CBD pueden adquirirse en línea, se distribuyen a través de canales informales o en la farmacia. En Europa y Estado Unidos, muchos se venden como suplementos nutricionales, y la mayoría de ellos no han sido autorizados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ni el Departamento de Alimentos y Medicamentos (FDA).
El control de calidad y la estandarización son fundamentales. El uso de materiales y métodos de calidad por debajo del estándar, por ejemplo, aumenta el riesgo de variación entre lotes de productos y el potencial de contaminación farmacológica (es decir, toxicidad) [25] [26] [27] [28] [29]. Los productos de buena calidad son fabricados por empresas farmacéuticas, o con formulaciones magistrales. El proceso de fabricación asegura la potencia, pureza y monitorización homogéneas de las operaciones de fabricación. Los productores no controlados no pueden garantizar a los consumidores y a los pacientes este nivel de calidad.
En suma, hay una grave necesidad de confirmación del valor clínico del CBD, así como de regular adecuadamente su calidad y distribución como producto médico potencial.